Ya sólo existen restos de muro de cal y canto del castillo original, probablemente árabe, que se encuentra situado en lo alto del cerro donde se asienta el pueblo. Sólo se conservan un par de muros rectilíneos, y otro de forma semicircular desde el
que se dice partía un antiguo camino. No se sabe con certeza cuando la fortaleza fué derruida casi en su totalidad, ya que la zona del Marquesado de Moya mantuvo alterna su dependencia de los reinos Castellano y Aragonés; fué una región muy solicitada por su riqueza, lo que propició constantes enfrentamientos entre reyes que, sin duda, determinaron su destrucción. Junto a las ruinas, en lo alto del pueblo, se encuentra el Cementerio Municipal, construido en tiempos lejanos y que ha sido sometido a varias reformas, la última durante el año 1994, en la que, además de ampliar sus dimensiones, se construyeron nichos a lo largo de la pared derecha, aparte de los que existían hasta el momento (de uso privado). Cuenta también, a partir de esta reforma, de una pequeña sala para la realización de autopsias, equipada con los elementos sanitarios básicos. Adosado al cementerio, tenemos el Cementerio Civil, un pequeño recinto vallado sin cruces ni lápidas de los allí sepultados.